Para muchos, Argentina viene recorriendo el predecible camino del populismo demagógico que otras naciones del continente ya transitaron.
Los ingredientes son los mismos de siempre. Gobiernos que disponen de una significativa adhesión popular, utilizan la Constitución vigente hasta donde la misma les permite avanzar, y cuando ya no quedan posibilidades de renovar mandatos, apelan a la reforma como última instancia.