viernes, 11 de abril de 2008

PARA LOS QUE NO CONOCEN: ¿CÓMO FUNCIONA UN POOL DE SIEMBRA?

PARA LOS QUE NO CONOCEN: ¿CÓMO FUNCIONA UN POOL DE SIEMBRA?

Comenzaron a principios de los noventa - Quienes los defienden dicen que inyectan fondos al campo y hacen más profesional la gestión agronómica - Sus detractores denuncian que aumentan la concentración de la tierra y expulsan a los pequeños productores. El gobierno y el campo no logran ponerse de acuerdo en casi nada, y por eso la protesta de los productores se extendió por más de veinte días,pero ambos sectores coinciden en definir a un enemigo en común: los grandes pooles de siembra.Se los acusa de concentrar la propiedad de la tierra y elevar su precio (expulsando a los pequeños y medianos productores del negocio), explotar a los contratistas y proveedores de servicios y atentar contra la sustentabilidad ambiental (por no cumplir con las rotaciones y sembrar siempre soja).¿Qué se sabe con certeza? Hay que empezar por comprender de qué se trata.Un pool de siembra es una forma de maximizar el negocio agropecuario a través del aumento de la escala agropecuaria, explica un informe que elaboró Aacrea (Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola). Pool significa "polla" o "colecta". Básicamente, es un "chanchito" o "vaquita" que conforman inversores para sembrar y cosechar granos en un período determinado (en general, estos fondos se arman y desarman cada año). El resultado de la cosecha se reparte entre los inversores de acuerdo con el porcentaje aportado.¿Quiénes invierten? Es cierto que muchos de los que ponen la plata, en su vida pisaron un campo. Y está claro que también hay capitales extranjeros que juegan fuerte en este negocio. Pero además participan pequeños, medianos y grandes inversores de las ciudades que quieren "poner a trabajar" sus ahorros, y así quedarse con una rentabilidad que supere la inflación. Hace algunos años, un trabajo del Departamento de Finanzas Rurales del Inta explicaba que un pool de siembra se estructura a partir de un organizador que propone un esquema de siembra y se lo ofrece a potenciales inversores. La tierra se arrienda y se contratarán los servicios de siembra, fumigación y cosecha.En los meses previos a la siembra de los granos gruesos, en Internet se multiplican los avisos: "Pool de siembra zona núcleo (provincia de Buenos Aires), arrendamiento de 250 hectáreas (85 de maíz y 165 de soja), cuota mínima 30.000 pesos, seguro multirriesgo (granizo, sequía, incendio, etc.), aspecto legal: fideicomiso agropecuario", ofrecía una propuesta de inversión, para la campaña 2007/8, en la página web de una conocida consultora del sector.La cantidad de hectáreas arrendadas varían según las regiones productivas (no es lo mismo 300 hectáreas en Venado Tuerto que en Gobernador Crespo) y el tamaño del pool de siembra. Pero hay una constante. Se suele emplear a ingenieros agrónomos de punta, hay más peso específico para pelear los precios de los insumos y servicios, y se contratan seguros multirriesgo para hacer más previsible la inversión.Organizarse como un pool de siembra ofrece varias ventajas. Las principales son que permite el aumento de la escala (y sobre todo del poder de negociación), constituye una fuente interesante de recursos para el sector agropecuario y hace más eficiente el uso de los factores (al aumentar la producción y disminuir los costos), señala el trabajo que realizaron los licenciados Nicolás Dalmau, Gabriel Delgado y Santiago Casiraghi, del área de Finanzas Rurales del Inta.Del otro lado están los pequeños y medianos productores que sienten comprometida su propia competitividad. La semana pasada, el productor Raúl Fillipa (de Ramayón) le decía a Campolitoral: "¿Te parece que yo con 45 años tenga que dejarle mi campo a los pool de siembra? Este proceso termina expulsando a nuestros hijos de los campos".¿Cuánto crecieron? Es difícil saber la cantidad de hectáreas que se trabajan bajo esta forma de organización agroempresaria. Hace dos años, en el informe realizado por Aacrea, se estimaba que la superficie se había quintuplicado (de 400.000 hectáreas en 1997, a 2 millones en el 2002), pero hacen falta datos más actualizados.También es importante diferenciar los pooles de siembra de las grandes empresas agropecuarias que se dedican de lleno a este negocio, como Los Grobo (130.000 hectáreas), Adecoagro (es la empresa del magnate George Soros que tiene 225.000 hectáreas en Argentina, Uruguay y Brasil), o El Tejar (trabaja más de 150.000 hectáreas en estos países).Los pooles de siembra arrancaron a principios de los noventa. Al comienzo sólo integraban a productores agropecuarios que querían ganar escala. Con el boom del campo (y el alza en las cotizaciones internacionales de los granos) se transformaron en una alternativa cada vez más atrayente para el resto de los inversores. En los últimos años, se refinó el marco legal y su seguridad jurídica a través de la figura del fideicomiso.

Fuente: Campo Litoral

jueves, 13 de marzo de 2008

Los excluidos incurables

Los excluidos incurables

Por Daniel Larriqueta
Para LA NACION

Jueves 13 de marzo de 2008

En la matrícula de las escuelas primarias de la provincia de Buenos Aires con que empieza el año lectivo, un 23 por ciento de los inscriptos corresponde a niños que son hijos de padres que no trabajaron nunca. Como está dicho: no trabajaron nunca. Es una masa impresionante de niños argentinos hijos de padres argentinos que conforman, de este modo, otra cultura, otro sistema de valores, otra sociedad. ¿Otro país?

Niños que, sin duda, llegan a la escuela sin patrones culturales ligados al esfuerzo o a la disciplina. Y detrás de ellos están esos padres que conforman un grupo social amplísimo y claramente excluido, no sólo en lo económico, sino, probablemente, también en lo sociopsicológico.

Hace algunas semanas, el diario Los Andes, de Mendoza, publicó una información ligada a los problemas de seguridad, y dijo que en esa provincia, con una población de alrededor de 1,8 millones de personas, había 40.000 jóvenes que no trabajaban ni estudiaban; y que el paso de algunos de ellos por los centros urbanos resultaba en problemas graves de seguridad.

El dato me sorprendió por el volumen, pero ya unos meses antes, en una rueda con médicos que actúan en los hospitales del Gran Mendoza, había escuchado la aflicción por el desamparo y la anomia con que llegaba la gente a los centros de salud, y los problemas sociales y familiares que se podían advertir.

Si las cifras de Mendoza son buen indicador, se debe calcular que, en el conjunto nacional, la cantidad de jóvenes en tal situación de exclusión absoluta llega al millón, o sea, un poco más del 2 por ciento de la población total.

No necesito subrayarlo, se trata de un verdadero ejército de jóvenes excluidos, autoexcluidos, desesperanzados o definitivamente desenganchados del sistema de valores sobre el que se asienta la identidad de la Argentina y nuestro sistema convivencial.

Porque el aspecto dramático de la cuestión no es tanto la insuficiencia de las políticas de inclusión clásicas –educación, trabajo, asistencia social–, que podría ser superada por una gestión pública eficaz, sino la duda de si esos compatriotas tienen voluntad de reinsertarse en el modo de vida y el sistema de valores del país. Tendemos a pensar que estando todos sumidos en una sociedad de consumo trepidante, ella ha de proveer los estímulos para que este grupo social emprenda el camino de la reinserción. Nada más incierto.

Durante el verano, un amigo abogado laboralista tropezó en Mar del Plata con un grupo de muchachos que se refugiaban de la lluvia sentados en una esquina. Les preguntó por qué no cruzaban al shopping que estaba a un paso y recibió una respuesta cabal: “No hay nada para nosotros allí adentro”. Y articulando esta respuesta con las experiencias que ya lleva hechas Mendoza con sus excluidos, se entienden los resultados: los programas mendocinos de inclusión han tenido hasta ahora un éxito de sólo el 4 por ciento.

Pareciera que estamos ahora ante la manifestación ácida de lo que hemos venido temiendo en los últimos años: la anomia, la ruptura del sistema de valores, la pérdida de sentido para la vida de muchos argentinos, ese millón de jóvenes y sus hijos y acaso también otros mayores que no detectamos con tanta facilidad. Este asunto es un vitriolo para la sociedad argentina, un daño capaz de descalzar no sólo el anhelo de seguridad, sino la pervivencia del modelo de esfuerzo con que se construyó nuestro país y que la mayoría considera, aún, virtuoso. Y es un tema de la sociedad argentina, porque en otras sociedades de la región hay formas de exclusión crónica que llenan las páginas policiales, pero no parecen desestabilizar el conjunto.

Lo dicho no es una afirmación de orgullo, sino de desafío. Habrá quienes piensen que la política del garrote puede permitir encapsular territorial y socialmente a tales personas. Aparte de las consideraciones morales, esa política compromete el desarrollo social y condena a los países a permanecer en una doble legitimidad incompatible con el progreso. Se deteriora la paz interior, se pierden energías creadoras y, antes o después, se puede asistir al estallido de esas cápsulas que parecían tan ingeniosas.

Se me ocurre que el desafío hay que asumirlo con libertad creadora y una fuerte dosis de humildad. No se trata de llegar a esos compatriotas con el conjunto de valores que a nosotros nos parecen “correctos” y proponerlos con una actitud docente y jerárquica. El camino puede ser colocarse en el conjunto de emociones, sentimientos y gustos que ellos tienen para construir desde allí una reaproximación a los valores consagrados. Esta sería la tarea completamente novedosa para lo mejor de la inteligencia argentina, de la dirigencia política y del ánimo solidario.

Algo de esto conversé en Mendoza con el reflexivo periodista Carlos La Rosa, pensando que esos 40.000 jóvenes probablemente se interesen por las prácticas deportivas y algunas formas de actividades artísticas, que pueden ser ofrecidas y sistematizadas desde los numerosos clubes y entidades vecinales con que cuenta la provincia. Es a partir de esos atractivos como después se podrá proponer, de modo pausado y sin presión, el agregado de formación laboral o de educación más completa. Lo esbozado implica, por cierto, que el Estado provincial, en ese caso, rompa sus compartimientos estancos para que los ministerios de seguridad, deportes, cultura, educación y salud inventen con los voluntarios y las entidades intermedias programas múltiples, ricos, atractivos.

Esa conversación la he repetido en Buenos Aires con el dirigente de River Plate Rodolfo D’Onofrio. D’Onofrio ha llegado a conclusiones parecidas acompañando al equipo a presentaciones en el interior y me relató su experiencia en Jujuy, donde la gente más pobre y de todas las localidades se movilizaba no sólo para los partidos sino para acompañar los desplazamientos de los jugadores. La anomia de los excluidos no es absoluta, hay otros gustos y valores por los que se puede entrar en su interés y proponer llamadores completamente iconoclastas pero que acaso funcionen.

No hay que dar vuelta la cara. Los argentinos tenemos un problema dramático con nuestros excluidos incurables, un problema que nos debe avergonzar y que, querámoslo o no, nos amenaza. Pero, ¿por qué no podemos tener el ingenio y el coraje para encontrar soluciones no convencionales? ¿Por qué no podemos inventar remedios nuevos para esta enfermedad incurable con los métodos clásicos? ¿Y por qué no empezar ya mismo?

La exclusión anómica masiva es una enfermedad nueva en la sociedad argentina, pero si no actuamos bien y con energía, se puede volver crónica.

¿No es eso lo que nos están anunciando los miles de niños que llegan a la escuela sin conocer la cultura del trabajo en su propio hogar?

El autor es economista e historiador

Es la ciudad que merecemos

La Voz del Interior


Actualizado a las 12:08

CBA | JUE 13 MAR | 08:33




Editorial

Es la ciudad que merecemos
Los cordobeses tenemos una ciudad dislocada, caótica y atrasada. Nos resistimos a pensar que no podamos lograr un pacto de convivencia al que todos aportemos.
No es obra del ciego azar ni del fatal designio de dioses adversos que la ciudad de Córdoba cuente hoy con una Municipalidad dislocada, turbulenta y virtualmente paralizada.

Este descalabro es obra y desidia de administraciones incapaces, de un gremialismo que a menudo lleva a extremos su agresivo estilo corporativo y de una Justicia cuyos fiscales suelen no escuchar las incitaciones a la violencia que algunos delegados desbocados profieren en asambleas ni, menos aún, advierten los desmanes que suelen producirse al término de ellas. Agréguense a ello concejos deliberantes en muchos casos integrados por individuos legitimados sólo por el dedo de dirigencias partidarias y carentes por completo de representatividad y, menos que menos, de iniciativa. Por cierto que en todos estos ámbitos hay excepciones, pero les resulta difícil luchar contra la mediocridad reinante.

Las últimas dos administraciones fueron verdaderos dramas urbanos. Y en ello mucho tuvieron que ver los intendentes -sea por incapacidad o por permitir a un gremialismo excedido en sus atribuciones transformarse en virtual cogobierno comunal- y la permanente confrontación planteada desde y hacia la gobernación encabezada por José Manuel de la Sota.

Córdoba tiene, pues, la Municipalidad que merece. Y no puede esperar de ella otra cosa que tumultos, parálisis y agravios a su dignidad cuando los habitantes deben afrontar la ordalía de realizar algún trámite.

Aunque nos resistamos a aceptarlo, tenemos la ciudad que merecemos: sucia, caótica, sombría, salvaje, una verdadera afrenta al urbanismo. Y a la urbanidad, porque los cordobeses también aportamos lo nuestro al caos y a la turbulencia. Basta con que los inspectores de tránsito paralicen sus tareas para que se perpetren todas las transgresiones imaginables e inimaginables, como quedó demostrado en estos días.

Los cordobeses tenemos la ciudad que merecemos, porque miles de vecinos aportan su falta de solidaridad y su irresponsabilidad para transformarla en este inmenso y oscuro basural. No hay baldío sin acumulación de bolsas de basura, restos de muebles, de vehículos, de escombros, de residuos patógenos. No hay lluvia torrencial que no provoque inundaciones porque, apenas ven correr agua por las alcantarillas, otros miles se apresuran por tirar en ellas las bolsas y tapar con ellas las bocas de tormenta. Plazas y paseos carecen de juegos infantiles y tienen alumbrados destruidos. No hay espacio público que no haya sido transformado en dependencia sanitaria de los perros domésticos. Y no hay barriada que no posea su copiosa fauna de canes vagabundos, ni hay calles y avenidas que no presenten un desfile de desvencijados carruajes tirados por equinos que trotan hacia el umbral de la extinción por hambre y latigazos.

Ahora pretendemos recuperar el rango de segunda ciudad de la República, que perdimos a manos de Rosario. Y enhorabuena que ése sea el desafío del actual intendente. Pero tenemos mucho por aprender, casi todo, de la ahora ordenada y bella ciudad santafesina. Los rosarinos tuvieron la fortuna de saber elegir a sus intendentes, algo sobre lo cual los cordobeses tenemos sobrados motivos para dudar. Y supieron colaborar con esas administraciones ordenándose y protegiendo sus barriadas, respetando su entorno. Hubo un gobernador de Córdoba que pidió perdón a los habitantes de esta ciudad por haberles ofrendado un intendente incapaz. Debió pedir perdón en el instante mismo en que lo votó con el dedo para esas funciones.

Costará mucho rescatar a la ciudad de su actual marasmo. Costará recobrar el principio de autoridad y el respeto por las jerarquías; reinstalar una clara e inmutable distinción de funciones que termine con espurias formas de cogobierno; ejercer con sentido jurídico y judicial, no político, las funciones de la Justicia en los conflictos municipales; proyectar la Córdoba futura con criterios realistas; elegir ediles cuya principal preocupación no sea ocultar al pueblo cuánto perciben realmente por sus cargos. Y el pueblo debería hacerse respetar. Tendría que comenzar por respetar a su ciudad y sentirse orgulloso de ella no sólo cuando alguno de sus equipos de fútbol alcanza una esporádica y angustiosa victoria.

miércoles, 12 de marzo de 2008

El desafío de pensar y el problema de no hacerlo

El desafío de pensar y el problema de no hacerlo

(Think tanks: las usinas del pensamiento político)

Por Pablo López Herrera (1)

Un navegante determina su derrota de acuerdo al destino de su viaje y confía en cartas náuticas confeccionadas por personas que no conoce pero en cuya autoridad confía. Ese mismo navegante, en otros aspectos más importantes de su vida actúa de una forma llamativamente irracional. Y aunque nunca hayamos puesto los pies en un barco, todos somos navegantes de la vida. A veces nos dejamos llevar por el viento o la corriente más favorable, aunque el destino final sea el más alejado de nuestras necesidades. A veces no sabemos que dirección tomar por más cartas que consultemos. A veces elegimos un destino y tomamos el rumbo equivocado. Pero siempre nos dirigimos hacia algún destino, aunque sea un "anti destino", y necesitamos siempre cartas náuticas actualizadas para ubicarnos donde podamos ver los obstáculos a evitar, los canales y las vías de paso. Quizás sin tomar conciencia, nos pasamos gran parte de nuestras vidas ajustando rumbos y evitando peligros.

Cuando la sociedad sabe a donde va, el camino se va haciendo solo. Cuando no lo sabe, se dispersa. Los peregrinos que iban a Compostela seguramente irían corroborando a lo largo del recorrido: "¿es este el camino a Compostela?". Y con los siglos, esa dirección y esos caminos fueron haciendo el hoy llamado "camino de Santiago".

Yo tengo la fortuna de haber encontrado hace unos años un "think tank" o "usina de pensamiento" que teniendo como guía a la constitución de 1853, que un día me honró invitándome a formar parte de su comité consultivo. Así - seguramente sin saberlo - me obligaron a pasar de una situación de pasiva participación como asistente a periódicas y públicas reuniones, a otra paradójicamente más activa de "pensador", de la que hago uso y abuso.

Comencé entonces de un modo diferente un recorrido personal e íntimo con escritos en los que reflexiono sobre lo que considero importante para la vida personal y social. Trato de buscar cierta coherencia entre pensamiento y acción, y con la idea de ser útil a otros, voy tratando de ir construyendo – si no un faro – por lo menos una boya virtual, con la intención de ayudar a otros navegantes del pensamiento. Hay boyas que señalan rocas sumergidas a flor de agua o barcos hundidos, y las hay que simplemente muestran -normalmente en combinación con otras- un canal o un rumbo en el que el fondo está despejado de obstáculos. Y en razón de la brevedad de la vida, con cada artículo que escribo, tengo la sensación de haber dejado detrás de mí una pequeña boya, como ésta misma que lees ahora.

El hombre - ser social - necesita de los demás. La vida no es una regata "en solitario" sino más bien un crucero, o mejor quizás una "arca" como lo fue el Arca de Noé, o sea una embarcación cuya tripulación tiene un destino. Pero el hombre no puede embarcarse en diez cruceros al mismo tiempo. Sin embargo, y a modo de ejemplo, en la navegación de mi vida yo pertenezco a la Iglesia Católica Apostólica y Romana (sin intención de ofender a nadie en estas horas de la "anti discriminación"), soy miembro además del "think tank" al que hacía referencia, a un club donde tengo amigos desde la infancia; me he asociado también al grupo de ex alumnos de una entidad donde hice un curso de dirección, y a una entidad de dirigentes de empresa. También estoy cercano a un centro de enseñanza universitario y a un instituto de filosofía del pensamiento económico que funciona hace unos años ya, y donde generosamente me invitan a reuniones de gran interés y profundidad. En síntesis, voy buscando lugares que van formando parte fundamental de mi vida en uno u otro sentido, y me ayudan a mantener la derrota o a corregirla si me desvío.

Pero lo que me interesa destacar aquí es que en casi ninguno de esos lugares he encontrado un ámbito en el que se reflexione de un modo más o menos sistemático e integrado acerca de todas las cuestiones fundamentales con las que se constituye la identidad de las personas y de la sociedad y desde donde se vayan formando hombres con el espíritu de los navegantes que desembarcaron en Normandía o el de los peregrinos que caminaban desde miles de kilómetros hacia Santiago con la intención de encontrarse a sí mismos, y algo más. Por eso me interesa comentarte algo, como si te transmitiera al oído "dos fijas" para la carrera de mañana.

Los ingleses son un país (¿uno?) especial, nadie lo duda. Sus amigos los franceses afirman que "si Dios los puso en una isla, habrá tenido sus razones". Estos dos países y estas dos culturas para mí entrañables han ido formando parte de mi vida en uno u otro sentido. Me sería difícil explicarles esta "duplicidad" a "los unos y los otros", o mejor dicho que lo entendieran ellos mismos. Las instituciones universitarias que pronto serán milenarias en ambos países como la Sorbonnne, Oxford y Cambridge, en lo que a la producción y difusión del pensamiento se refiere, han sido de hecho enormes "think tanks" cuyas ideas y alumnos ayudaron a dar forma a occidente.

Los "think tanks" de nuestros días, brindan la posibilidad de ampliar el pensamiento no sólo al académico, al especialista, sino al hombre común con inquietudes, ayudándolo a corroborar su camino y el de otros por su intermedio. ¿De que sirve la elucubración del pensador si no la transmite al resto de la sociedad? Y por otra parte, ¿es el pensamiento algo reservado al académico, al especialista, o debe derramarse sobre los "actores sociales" para hacerse vida?

En lo concreto, las "fijas" a las que hacía referencia más arriba, son dos obras colectivas a mí entender esenciales de un pequeño "think tank" ingles: The Social Affairs Unit. En ambas el editor fue Digby Anderson, alma mater del grupo, ya fallecido; en la primera con Peter Mullen, clérigo autor y periodista anglicano, capellán del Stock Exchange (que en estos días debe tener trabajo extra). Hay otras publicaciones de este grupo, pero estas dos valen con creces el trabajo de procurárselas puesto que ilustran acerca de muchos temas esenciales de debate y reflexión para todas las latitudes.

La primera de las obras fue publicada en 1998 (cuatro ediciones en ese mismo año) y se titula: " "Faking it", o la sentimentalización de la sociedad" (3). La otra se publicó en 2005 y se titula más simplemente "Decadencia, el liviano abandono de las virtudes personales y su reemplazo por slogans políticos y psicológicos" (4). Una idea central que se transparenta en ambos libros es que la sociedad moderna vive "soñando con sistemas tan perfectos en los que no hay necesidad que nadie sea bueno" (T. S. Elliot).

En el primer libro, se describe como la sociedad moderna "supone que la utopía puede ser realizada mediante la mera adopción del plan adecuado". Como eso es imposible, explica cómo se ha institucionalizado en la misma sociedad un sistema de falsificaciones en las que el hombre moderno se ha acostumbrado a "comprar" lo barato, lo que no cuesta sacrificios, y lo que es peor, se hace creer a los ingenuos que el camino pasa por allí.

El sentimentalismo contemporáneo entonces, evita o niega la realidad, y al no distinguir lo aparente de lo real juzga por las apariencias, adquiere lo falso rápido y barato, cree que obtiene algo a cambio de nada, cree que el bien se puede alcanzar sin ninguna incomodidad, cree en la realización instantánea de los sueños, es facilista, rechaza la inevitabilidad del sufrimiento, del dolor, evita la responsabilidad personal, no ejerce el control de sí mismo ni la paciencia, le "teme a la idea que el hombre tenga la capacidad natural de hacer el mal". En definitiva, mezcla o reemplaza el análisis racional de los mecanismos propios de la lógica del razonamiento, con los mecanismos del deseo, la atracción o el rechazo: "si me parece bueno, no solamente es bueno sino que además es verdad, y transforma entonces el discurso volitivo en discurso racional". De esta forma, transforma lo deseable u odiable en verdadero o falso.

Al reemplazar la continua búsqueda de "pensar y actuar bien por parte de los hombres concretos" por la del progreso externo y de los programas políticos que luchan por utópicas libertades, igualdades y fraternidades impuestas por falsos líderes, movimientos y gobiernos, el resultado ha sido provocar los efectos globales contrarios, "bajo la forma de totalitarismos que desembocan en destrucciones masivas de hombres y sociedades". Se han generado así nuevas categorías sociales, "sub clases" dependientes como los oprimidos, drogadictos, violentos y promiscuos" ( agrego yo: desocupados, pobres estructurales, excluidos, etc. etc.).

Las transformaciones expuestas, crean problemas insolubles, y los políticos se convierten en actores en lugar de agentes de cambio. Las campañas políticas -agregaría- se convierten en representaciones en las que nadie cree realmente ni el que promete que va a cumplir con lo que promete, ni - los prometidos que votan – que las promesas van a ser cumplidas. Y los gobiernos se convierten en algo así como una mezcla de vendedores de autos usados y de administradores de edificios, con perdón de ambos.

En cada capítulo de "Faking it", o la sentimentalización de la sociedad", un especialista describe como ha afectado la sentimentalización cada área de la actividad humana. Y así vemos causas y efectos de la sentimentalización en la medicina, en las políticas sociales, en la infancia, en los movimientos ambientalistas, en la propia religión y en la cristiandad, en la literatura moderna, en la música, en la forma civilizada de comer, en los medios. Una mención especial merece el capítulo de Anthony O'Hear (5) sobre la sentimentalización que llevó a la "canonización laica" de "Diana, la reina de los corazones" en el decir de Elton John...

El título del segundo libro al que hago referencia: "Decadencia, o el passing de las virtudes personales y su reemplazo por slogans políticos y psicológicos" es de algún modo auto explicativo. Y retoma y estudia en la práctica y para la sociedad de nuestro tiempo las implicancias del imperativo aristotélico de la necesidad de la virtud en la vida social.

Así, cada especialista analiza las "viejas" y las "nuevas" virtudes, en un marco de pensamiento que considera que "Gran Bretaña, Europa y los Estados Unidos son sociedades decadentes en un sentido especial de la palabra, que han trocado la vieja moral que sirvió adecuadamente a lo largo de la civilización, por una nueva, experimental "cuasi-moral". La vieja moralidad tenía virtudes conocidas: coraje, amor, lealtad, honestidad y prudencia. Las nuevas "virtudes" son igualdad, anti-discriminación, preocupación ambiental, auto afirmación, una actitud social sobre protectora y una mentalidad crítica.

A diferencia de las nuevas "virtudes" inventadas, las antiguas eran virtudes genuinas, y requerían comportamientos específicos de los individuos que además conformaban sus vidas de un modo particular que hacían posibles los gobiernos más reducidos sin tecnócratas y burócratas que como ejércitos de sanguijuelas desangran las sociedades. Las nuevas son cuasi virtudes o virtudes falsas. Algunas como la igualdad, más que constituir rasgos de conducta personal se aplican mas bien a políticas sociales. El ambientalismo, por ejemplo, es un terreno en el que puede ser ejercida la virtud, pero en sí mismo no es una virtud. La transparencia en los negocios, es una manera de mostrar virtudes, pero no una virtud en sí misma. Algunos son slogans, y constituyen retóricas llamadas a la indignación moral. Otros como la auto afirmación, en algún momento eran consideradas como un vicio".

En doce capítulos, se analiza en una primera parte la prudencia como orquestadora de las virtudes, el coraje como virtud clásica, el amor como virtud cristiana, el ahorro como una virtud victoriana de orígenes calvinistas, el desinterés como la virtud del administrador, y la autoridad y la obediencia como virtudes familiares. Y en la segunda parte, se tratan las nuevas o falsas "virtudes": la justicia distributiva o justicia social, las virtudes ambientalistas, las virtudes de sobreprotección, las virtudes terapéuticas o de ayuda a la búsqueda, las virtudes en los negocios: transparencia y contabilización, y las finalmente las intelectuales como la "crítica".

Prosigo mi derrota, y dejo aquí ancladas estas dos boyas, con la esperanza más general de que el desafío de pensar contribuya a evitar el problema de no haberlo hecho a tiempo. Es más imperiosa que nunca la urgencia en encontrar los pensamientos que guíen al hombre moderno, sobre todo si el mundo, como afirmara Jaspers, ya se ha convertido "en el escenario para los actores de pequeño formato, los intrigantes sumisos que no diferencian lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo, sino que son sólo los instrumentos adecuados para la función del poder", de un poder sin destino, o con un destino al que por lo menos yo, me resisto a ser arrastrado (6).


(1) Miembro del Comité Consultivo de la Fundación Atlas 1853 – pablolopezherrera@yahoo.com.ar
(3) "Faking it – the sentimentalisation of modern society", edited by Digby Anderson & Peter Mullen, The Social Affairs Unit, 1998
(4) "Decadence – the passing of personal virtue and its replacement by political and psychological slogans", edited by Digby Anderson, The Social Affairs Unit, 2005
(5) Anthony O'Hear, profesor de filosofía y director honorario a la sazón del Real Instituto de Filosofía, es autor de "Después del progreso, buscando el viejo camino hacia delante" , otra joya del pensamiento contemporáneo, ponderada como "vital, necesaria y erudita, ... si todavía somos capaces de aprender". En esta obra es posible encontrar un lúcido análisis acerca del progreso y la felicidad, en un mundo que ha producido mucho del primero y menos de la última.
(6) "Origen y meta de la Historia", Karl Jaspers, Editorial Alianza, 1980

"El progresismo argentino es reaccionario y autoritario"

"El progresismo argentino es reaccionario y autoritario"

Entrevista a Carlos Floria,

¿El kirchnerismo puede plantearse como un momento histórico o es un fenómeno político de coyuntura?

Todavía no se puede saber. Es un tema que pertenece a las cuestiones internas del peronismo y sus crisis de liderazgo que se transforman en cuestiones nacionales que mueven al país. La trascendencia que tendrá el kirchnerismo lo dirá el tiempo, cuatro años es muy poco tiempo para elaborar una apreciación. Lo que le está pasando al peronismo es una especie de agonía que ya algunos autores venían anunciando hace 20 años. Como diría Unamuno, "la agonía no es la muerte sino la lucha por sobrevivir". El kirchnerismo puede ser un episodio dentro de una proceso más largo o bien una refundación del movimiento peronista. Estamos en medio de un trámite muy confuso. El liderazgo de Kirchner, si es analizado desde su anatomía, se nos muestra atado a montones de negociaciones o apoyos, y no por fidelidad recíproca, sino por compra de voluntades o apoyos presupuestarios. El fenómeno recién comienza de una manera muy pragmática, e ideológicamente muy confuso.

¿Cómo denominaría al actual progresismo?

Tiene elementos de contenidos muy reaccionarios. En nuestro país, el progresismo es un concepto que está en crisis pero, también lo está su otro lado, el integrismo. El progresismo es una vieja impresión de los años ´50 en Francia, que se opone al integrismo, la visión más fascistoide de la política. En definitiva, esa crisis es una agonía en la que el peronismo puede terminar en la muerte o reviviendo como un nuevo fenómeno.

Luego de la muerte de Perón, ¿comienza la agonía o la incertidumbre respecto a quién es el líder?

La incertidumbre y la agonía empezaron antes de la muerte de Perón, cuando la guerrilla peronista y sus manifestaciones políticas expresaban una lucha por la apropiación del mito. En la política, el mito tiene una importancia muy peligrosa. El problema del mito es que funciona mientras Perón está en el exilio, pero cuando él retorna, en el nuevo gobierno peronista se ponen de manifiesto las crisis internas. Los Montoneros cometieron errores al optar por la militarización, la violencia y en discutirle a Perón el legado. Ellos se designan como herederos cuando en verdad el líder planteó como sucesión a su mujer. Estoy haciendo una descripción libre pero no menos polémica porque se trata de una cuestión política. Cuando uno es veterano debe ser un león herbívoro que describa las cosas sin pasión.

La construcción política del Gobierno, ¿cuánto se diferencia de la mecánica de la vieja política caudillista?

Francamente no veo una alternativa renovadora. Insisto en que mucho progresismo es retórica y uno se pregunta con todo derecho qué tan progresistas son los progresistas. El problema que tiene el presidente no son sus intentos por acumular poder sino de hacer valer su autoridad. La autoridad no es sólo poder acumulado sino un factor de certidumbre para la unidad nacional. El problema es cómo se convierte el poder sobre varios en autoridad sobre todos.

¿Hay vestigios autoritarios en construcción de poder del Gobierno?

El autoritarismo se revela en su relación con las instituciones. No estamos es una república democrática porque la república implica división del poder, la democracia es participación. La representación y la mediación política están en crisis y el sistema de partidos también. Estos son hechos que van más allá de Kirchner y su esposa y deben ser resueltos con una estrategia de transición que nunca se tomó en serio en Argentina. Aún no se ha dado una lectura del pasado con vistas al cambio político para identificar que el consenso no significa unanimidad, sino que la también la aceptación del disenso.

¿Quedaron en la sociedad y la política vestigios autoritarios de los gobiernos militares?

Los militares probablemente son la expresión más fuerte y peligrosa de la tendencia autoritaria, pero no son los únicos. Creo que Montoneros era autoritario y muchos de los hoy llamados progresistas también lo son. Este fenómeno ha calado muy hondo en la sociedad desde los años treinta. La lectura de la Argentina contemporánea debe comenzar en la década del treinta, no sólo por el primer golpe de Estado sino por lo que implicaron las ideologías de justificación que llevaron adelante las dictaduras. Cuando uno hace investigación se da cuenta que el nacionalismo elitista y el fascismo, que es más populista, ha dejado rastros sociales y culturales insospechados.

¿La construcción de consenso implica utilización de la autoridad?

En el caso de la democracia, la política se desarrolla a través del consenso sobre las reglas de juego que suponen aceptar el pluralismo. La construcción de poder que no acepta la diversidad de opiniones es de corte autoritario.

¿Qué tipo de proyecto político nacional encabeza Kirchner?

Todavía no se sabe claramente cuál es el proyecto nacional que busca encarnan el Gobierno y tampoco se sabe en nombre de qué se expresa la oposición. Yo no sé cuál es el proyecto del Presidente y creo que la gente tampoco lo sabe muy bien. ¿Cuál es el proyecto colectivo? Es una cuestión importante saberlo porque de lo contrario entramos en la tradición argentina de hacer disparates en nombre del proyecto nacional.


el perfil

Carlos Floria es abogado y doctor en Historia. Con una carrera muy amplia como investigador y articulista, cuenta con amplio reconocimiento de universidades de América y Europa. Es uno de los intelectuales emblemáticos de la revista católica Criterio. Actualmente se desempeña como investigador y docente de la Universidad de San Andrés y la Universidad de Buenos Aires. Autor de decenas de libros y centenares de artículos, su libro más conocido es "Historia de los argentinos", escrito en coautoría con César García Belsunce.

EN EL DÍA DE LA MUJER LA LEGISLATURA PORTEÑA DISTINGUIÓ A UN TRANSEXUAL

EN EL DÍA DE LA MUJER LA LEGISLATURA PORTEÑA DISTINGUIÓ A UN TRANSEXUAL


Por primera vez en América Latina, con motivo del Día Internacional de la Mujer, un ámbito gubernamental (la Legislatura que preside Gabriela Michetti) distinguió a un activista transexual. Fue operado en un hospital público y el año pasado obtuvo su DNI con el nombre de Alejandra Portatadino. Actualmente trabaja en el área jurídica de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA). CULTURA DE LA VIDA




| Notivida | 10/3/2008|10:26hs |



La Comisión de Mujer, Infancia, Adolescencia y Juventud, de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires realizó un acto, el viernes 7 de marzo, conmemorando el Día Internacional de la Mujer.

Preside la Comisión Gabriela Alegre (Diálogo por Bs.As.) y su vicepresidenta es Diana Maffía (Coalición Cívica). El resto de las integrantes son: Gabriela Cerruti (FpV), Victoria Morales Gorleri (PRO), Luciana Blasco (PRO), Diana Martínez Barrios (PRO) y Mónica Lubertino (PRO).

El acto se denominó “Sin moldes ni patrones. Desfile contra los estereotipos de género” y consistió en la presentación “de 20 mujeres que se destacaron por contribuir al avance de los derechos de las mujeres y a la eliminación de los estereotipos de género”.

La diputada Alegre afirmó en su discurso: "Según el estereotipo más común, las mujeres valemos más cuanto más nos acercamos a ese modelo tradicional de ser mujer que consiste en ser bella, delgada, siempre deseable, dulce, sumisa, hogareña y madre. Un modelo hecho, en definitiva, a imagen y semejanza de un mundo masculino y autoritario". Y agregó: "Para oponernos a estos estereotipos elegimos conmemorar el día internacional de la mujer homenajeando a este grupo de mujeres admirables que rompen con los roles tradicionalmente asignados".

Enfatizando: "Anhelamos que estas mujeres, representantes de luchas colectivas e individuales, -como muchas otras con las que nos disculpamos por no haber podido invitar- sean una fuente de inspiración para que la Legislatura y el Poder Ejecutivo porteños adopten las medidas positivas para lograr la modificación de los patrones socioculturales que se basan en prejuicios y en la idea de la superioridad masculina".

En el mismo acto fueron reconocidas: Elena Reynaga (Asociación de Meretrices), Susana Vásquez (Comunidad de mujeres viviendo con HIV), Susana Gamba (militante feminista), Silvia Chemen (rabina de la Comunidad Bet-El), Natividad Obeso (Derechos Humanos de Mujeres Migrantes y Refugiadas), Estela de Carlotto (Abuelas de Plaza de Mayo), Julieta Díaz y Cristina Banegas (actrices), Natalia Prosdocimi (capitana de la Marina Mercante), Mónica López (chofer de colectivo), Mónica Carranza (Fundación Los Carasucias), Vilma Acuña (Madres del Paco), Regina Wikinski (ex decana de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA), Mercedes Weissembacher (segunda mujer que ingresó a la Academia Nacional de Medicina); Ligia Piro (cantante), Carmen Brusca (deportista), Liliana Fernández Infanzón (artista plástica), Genoveva Crisolía (poeta y vendedora de la revista Hecho en Buenos Aires) y Raquel Lemme (profesora en lenguaje de señas). FIN

Carta de un padre a la directora del colegio de sus hijos

Carta de un padre a la directora del colegio de sus hijos

Clara denuncia del lavado de cerebro a que el régimen de Kirchner realiza desde los programas de estudios en los establecimientos de enseñanza de Argentina y la reacción de un padre digno que se enfrenta con “la mentira oficial” en defensa de la verdad o de la verdadera historia.

Catriló, 6 de noviembre de 2007

Señora
Cecilia Fuhr
SD

´El odio como factor de lucha, el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así, un pueblo sin odio no puede triunfar´
Ernesto Guevara de la Serna (a) el Che

´No se puede hacer una revolución con guantes de seda´
´La muerte de un ser humano es una tragedia, la muerte de millones una estadística´
José Stalin

´El poder nace de la boca del fusil´
Mao Tse Tung


De mi consideración:

Me dirijo a Ud. para manifestarle mi total desacuerdo con lo que se enseña en la clase de historia a la que asisten mis hijos Sofía y Juan Manuel, sobre lo ocurrido en la década del 70 en nuestro país.

Lo hago en mi condición de padre y ciudadano preocupado por la desinformación y la falsedad histórica que se esta perpetrando, inoculándola en nuestros jóvenes como veneno. Si bien no soy profesor de historia como sabrá, soy médico veterinario, creo que tengo autoridad para opinar del tema pues no sólo lo he investigado sino que, además fui testigo de esa época. Durante ella terminé mis estudios secundarios, universitarios e hice el servicio militar (1977) en la Fuerza Aérea.

Esto motiva mi indignación por que veo a diario como se falsifica todo lo que ocurrió en esa página triste de nuestra historia, ante la indiferencia de los que, como yo, saben lo que paso.

Lamentablemente somos un pueblo cómodo, con poca identidad cultural y me animaría a decir cobarde, pues desde 1970 hasta que ocurrió el golpe todo el pueblo estaba harto y aterrorizado por el clima de inseguridad, terror, atentados con explosivos, secuestros extorsivos, copamientos, asesinatos de empresarios, personal de las fuerzas de seguridad y ciudadanos inocentes, etc., y respiró aliviado cuando los militares se hicieron cargo de la situación. No sólo contaron con el apoyo de la población sino que las principales fuerzas políticas lo apoyaron y prestaron algunos hombres para los ministerios. Es instructivo leer los diarios desde 1972 en adelante así como también los libros de sesiones de la Honorable Cámara de Diputados, sobre todo en las postrimerías de 1975 y principios de 1976. Ahora todo el mundo se horroriza y mira para otro lado.

Es notable leer lo que opinaba la actual ministro de defensa Esc. Nilda Garré que entonces era diputada, está en las sesiones de las cámaras si quiere investigar. La situación mejoró luego del golpe del 24 de marzo volviendo el orden y la seguridad a las calles. Como ya dije, yo vivía en la ciudad de Buenos Aires en esa época y de ninguna manera había ese clima de terror en la población como nos quieren hacer creer ahora. A los sumo, y yo pasé varias veces por eso, había operativos de seguridad donde se pedían los documentos y a veces se revisaba si uno portaba armas. Por lo demás la vida era normal y con mucho, mejor a lo anterior vivido entre 1972 y 1976.

La situación se estabilizó a partir de 1978 con la guerrilla prácticamente derrotada. Lo que más preocupaba a la población por esos años era la política económica de Martínez de Hoz, con la famosa tablita del dólar, la circular 1050, etc...

Llamativamente no hay un militar ni un funcionario del proceso preso por el desastre económico de esos años cuando, durante la gestión en economía del Dr. Lorenzo Sigaut y la presidencia del Banco Central del Dr. Domingo F. Cavallo, se estatizó la deuda externa privada entre otras cosas. Lo que pasa es que hay cosas que no se tocan y siguen igual hasta nuestros días.

Se cometieron excesos en la represión, nadie lo duda. Hubo violaciones a los derechos humanos de ambos lados. Nada de eso es justificable moralmente, pero habría que hacer algunas consideraciones. En toda guerra se violan los derechos humanos y se pagan vidas inocentes. La guerra en si es un violación a los derechos humanos y la guerra revolucionaria aún mas.

Esto se debe a que el enemigo esta mimetizado con la población y el efecto de la muerte de inocentes, a veces buscada, es una herramienta usada por la propaganda subversiva para ganar adeptos y fuerza para su causa y también para paralizar a una nación mediante el terror. Nadie quería que Hitler ganara la guerra y para eso hubo que bombardear y destruir toda Europa y hubo muchísimas víctimas inocentes, por no mencionar la aberración de las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki.

Así también hay que tener en cuenta que la guerrilla empezó a actuar durante los gobiernos constitucionales del Dr. Illía, durante la llamada revolución argentina de Ongania-Levingston- Lanusse y durante los gobiernos constitucionales del Dr. Héctor J. Cámpora, Raúl A. Lastiri, Juan D. Perón y Maria E. Martínez de Perón.

Como he dicho mas arriba, yo fui testigo de todo esto y podría escribir un librito con lo que viví en esos años, pero excedería el alcance de esta carta.
Como ejemplo puedo citar cuatro situaciones que me alcanzaron de cerca:
1.- En el año 1973(gobierno democrático) yo salía con una chica que vivía en un departamento con su mamá y sus hermanos de 16 y 7 años, su madre se había separado recientemente. En vísperas de la navidad recibieron un paquete grande envuelto como regalo de navidad sin tarjeta. Como ya estaban en guardia llamaron a la comisaría 17º, que era la más cercana a su domicilio y concurrió el escuadrón antibombas de la Policía Federal. El paquete contenía una bomba de trotyl que, de haber explotado hubiera terminado con la vida de toda la familia mas la de los vecinos (vivían en un sexto piso con departamentos a ambos lados). ¿Que crimen contra la sociedad habían cometido para merecer esta atención de las organizaciones guerrilleras? Muy simple, el padre de esta chica era el decano de la facultad de Filosofía y Letras de la UBA y no comulgaba con las ideas de izquierda de los ´jóvenes idealistas´. Nada más y nada menos. La prevención que mencioné antes era por que, anterior al atentado con la bomba les habían quemado una quinta que tenían en la localidad de Brandsen.

2.-Durante mis estudios en la carrera de veterinaria en la UBA me hice amigo de una chica que se llamaba Verónica Basco y, junto a otro amigo solíamos preparar materias en su casa que estaba cerca de la mía. Era una persona muy buena, con inquietudes sociales, hacía trabajo social en una villa. Allí conoció a su novio que militaba en montoneros. Un día pasó a la clandestinidad y en 1977 fue muerta por la policía de la provincia de Bs. As... Yo fui al entierro. Su padre era veterinario como quería ser ella. El novio zafó como tantos dirigentes de la ´orga´ que mandaron al muere a cientos de chicos y chicas como esta amiga mía y hoy gozan de libertad y algunos jugosos cargos en el gobierno actual. Para mas datos Ud. puede buscar su nombre en el Google y vera que figura como ´desaparecida´ , aunque no lo es, a la fecha como tantos otros ´desaparecidos´ que están en México, España, Francia, etc.. Como dato curioso le digo que el total que se le ha pagado a los familiares de ´desaparecidos´ es de U$S 1.900.000.000,-- esta cifra es de dominio público no así los montos pagados individualmente y las razones de los pagos. Ese dinero, esta de más aclararlo, salió de los bolsillos de todos los argentinos, como tampoco hay que aclarar que no recibieron un centavo los familiares de los muertos y mutilados por los subversivos, ahora conocidos como ´jóvenes idealistas´.

3.-En agosto de 1978 a eso de la 1 y pico de la madrugada regresaba a mi casa donde vivía con mis padres y hermanos. Cuando llegué a mi dormitorio explotó el mundo. Si esa explosión me agarraba en la calle o entrando a mi departamento Ud. ahora no tendría a los mellizos de alumnos ni estaría leyendo estas líneas por que yo me habría convertido en una víctima más de la locura subversiva. Sucede que vivíamos enfrente del edificio donde vivía el Alte. Lambruschini. Ellos en el 3º piso y nosotros en el 6º, cruzando la calle. La explosión mato a la hija del Alte. , Paula de 15 años y a tres vecinos inocentes. Fue de tal magnitud que demolió prácticamente del 3º piso para abajo al edificio contiguo al de Lambruschini, donde estos mal nacidos habían colocado el explosivo. Al año siguiente hubo que demolerlo completamente. Nosotros tuvimos que estar alojados en casas de familiares durante una semana hasta que se hicieron los estudios que garantizaron que no había daños estructurales en nuestro edificio. Al cabo de esa semana yo me vine a La Pampa a ejercer mi profesión.

4.-Tenía un compañero de colegio de apellido Barceló que cayó en combate en el monte tucumano siendo subteniente, en un enfrentamiento con la compañía Ramón Rosa Jiménez del ERP, unidad que contaba con ´instructores´ del ejército cubano. Tenía apenas 22 años.

No quiero alargar demasiado esta nota pero agregaré que esta falsificación histórica tiene como mínimo y para simplificar, dos objetivos. Uno es tomar venganza de los que los derrotaron por las armas y el otro es la de instalar la revolución socialista en nuestra patria, cosa que nunca pudieron conseguir por el voto ya que esa izquierda históricamente nunca obtuvo, ni obtiene en el presente, más del 1 % de los votos. Esa falta de apoyo popular fue en parte la causa, junto con el firme accionar de las FFAA y de seguridad, de la derrota de los ejércitos subversivos. Yo me acuerdo que cuando se ocultaban en las villas de emergencia los villeros los denunciaban. Lo mismo ocurrió con los paisanos en Tucumán y habría que decir que fue el caso del Che en Bolivia. Las fuerzas subversivas (ERP y Montoneros mayormente) contaron en su apogeo con cerca de 30.000 efectivos entre tropas y apoyo,con una estructura de mandos similar a la del ejército. Contaban con hospitales clandestinos y fábrica de armas, logística y propaganda. Todo esto financiado por el producto de asaltos a bancos, secuestros y el apoyo, vía Cuba, de la URRSS. Esta agresión a nuestra Patria de una potencia de 1º orden como era la URRSS estaba inscripta en el marco de la guerra fría.

Por último le hago una observación: supongo que Ud. es católica y no se si sabrá que estos muchachos, por ideología, son enemigos de toda religión y principalmente de la católica. También son partidarios de la legalización de la aberración del aborto y el casamiento entre homosexuales, la eutanasia y otras lindezas. Curiosa forma de pensar entre quienes dicen honrar la vida. De instalarse un gobierno de su ideología no habría, se lo aseguro, lugar para curas e Iglesias. Le recomiendo también que ingrese en la página Web de madres de plaza de mayo ( www.madres.org ) y ver el odio que destila su contenido. También preste atención a las opiniones de ´muchachos´ como el Sr. Verbitsky, Bonasso, Kunkel, Taiana, etc., actuales funcionarios del gobierno.

Si desea información documentada puede leer ´Por Amor al Odio´ tomos 1 y 2 del periodista Carlos Acuña de editorial El pórtico. Allí se hace un análisis del fenómeno guerrillero en Sudamérica y la argentina en particular desde fines de la década del 50 que es cuando realmente comenzó. Es muy valioso ya que toda la información que contiene esta respaldada por documentos. También es interesante el libro del montonero Pablo Giussani ´Montoneros, la soberbia armada´

Sin otro particular y con ánimo de construir la saludo atentamente.

Ricardo José Siutti

El Gulag Soviético

El Gulag Soviético

por David Satter (*)

Foreign Policy Research Institute - Junio de 2007 - Vol. 12. No. 17

En las sociedades que no son libres, no todos los mecanismos de represión son violentos. La gente puede ser condicionada para obedecer, y una vez que se han instalado las condiciones apropiadas, la influencia de un conformismo masivo vuelve a las personas impotentes para resistir incluso lo que saben intuitivamente ser una ideología política falsa y una interpretación falsa de la realidad.

El papel de Rusia en la historia de la represión es central. Tan pronto como la libertad y la democracia salieron afuera del hall de la Independencia en Filadelfia, la forma asesina de dominación totalitaria que existió en el siglo XX tuvo su origen en el ataque forzoso al poder de los bolcheviques en Petrogrado en 1917. La idea que el estado tiene derecho al control total sobre el individuo y que la vida debe ser organizada para imitar los preceptos de una ideología demente, pronto fueron aceptados no sólo en la Unión Soviética sino en la Alemania nazi y más tarde en Europa del Este, así como en China, en Vietnam, y en Corea del Norte. A la vez, casi la mitad de la población del mundo fue sometida bajo el ir y venir de las ideas que llegaron a ser dominantes en Rusia cuando los bolcheviques tomaron el poder. Este acontecimiento fue anunciado por un periódico de París bajo el titulo: "Los Maximalistas son los amos de Petrograd. "

La Unión Soviética fue la primera nación en la historia en ser fundada explícitamente sobre la base del ateísmo, y que se dotó con los atributos de Dios. A Rusia y a los ciudadanos soviéticos se les dijo: "No hay Dios, sólo existe el partido."

Por muchos años la gente educada en los EEUU puso en ridículo a los que argumentaban, a menudo sin mucho fundamento filosófico, que la teoría del materialismo dialéctico definía un sistema que por su naturaleza, tenía que ser malo. De hecho, sin embargo, los que llamaban la atención sobre las implicancias inevitables de la teoría del materialismo dialéctico tenían razón. Sólo podía ser la base de un sistema radicalmente malo.

El materialismo dialéctico es la base ontológica del Marxismo-Leninismo. Sostiene que todo lo que existe es materia en movimiento. No hay ni Dios, ni alma, ni espíritu. A partir de este punto de partida, Marx ofreció entonces la teoría del materialismo histórico que procuró describir la evolución de la historia. Según esta teoría, la historia fue conducida por la interacción de las fuerzas materiales con el progreso personificado en la vanguardia de la clase históricamente más progresista. Esta fue identificada como la clase obrera.

Lenin hizo un agregado a esta cosmología sustituyendo a la clase obrera por el partido revolucionario disciplinado. Nadie advirtió que sustituyendo a la clase obrera, que actuaba ciegamente según cabe suponer en su propio interés, por el partido, una organización conspirativa, destruyó la parte central de la teoría marxista. Qué importante fue que una teoría universal que justificaba el control total del individuo y la destrucción de todos estándares morales, se unió a un mecanismo para "hacer realidad" esa teoría: el partido totalitario. Se creó entonces un partido que podía aspirar a gobernar sobre la base de reclamar para sí el monopolio de la verdad.

La convicción de los Bolcheviques de que operaban de acuerdo a una teoría estrictamente científica y por lo tanto infalible, y que era una herramienta confiable para transformar a sociedad, les brindó los medios para cometer crímenes sin precedentes. Durante los 120 años últimos del régimen Zarista, aproximadamente 3.500 personas fueron ejecutadas por crímenes políticos, la mayoría de ellos en el siglo XX en los años del terror revolucionario. El régimen bolchevique excedió esa cifra dentro de sus primeros cuatro meses y la situación llegó a ser rápidamente peor. Mientras el descontento se extendía a través del país, Félix Dzerzhinsky, fundador de la policía secreta soviética (originalmente llamada la Checa, y más adelante NKVD), introdujo el Terror Rojo, por el que se distinguía a la culpa de una persona de sus acciones. Ahora las personas iban a ser matadas en la base no a la culpa individual, sino por pertenecer a una clase específica.

Uno de diputados de Dzerzhinsky, Martyn Latsis, escribió en el periódico de la Checa El terror de Krasny (Terror Rojo) que durante las investigaciones no era necesario buscar la evidencia de "que el acusado hubiera actuado de palabra y de hecho contra el poder soviético." La primera pregunta a formular es, "¿A qué clase pertenece? ¿Cuál es su origen? ¿Cuál es su educación o profesión? ". Estas preguntas son las que debían determinar su destino. Bajo estas circunstancias, el Terror Rojo se esparció a través del anterior imperio ruso dondequiera que los bolcheviques tuvieron el poder y se convirtió en un instrumento para destruir a los miembros de la supuesta clase "posesiva".

El Terror Rojo se encontró con el Terror Blanco. Los blancos también emplearon el exterminio total, particularmente en Ucrania, en donde asesinaron a 150.000 judíos ucranianos. Sin embargo, una vez que el Terror Blanco desapareció, el Terror Rojo se institucionalizó. Su énfasis en la destrucción de las clases "hostiles" llegó a ser una parte integrante de las políticas del régimen comunista.

Los líderes comunistas creyeron que tenían que controlar la economía, puesto que era la clave de todos los aspectos de la vida, y que aquella podría funcionar entonces en base a órdenes, como el correo. Esto se oponía directamente al ethos de una economía de mercado que funciona en base de millones de señales que reflejen los deseos de consumidores y las reacciones de productores. Cuando se instituyó la política conocida como comunismo de guerra, después del final de la guerra civil, el mercado libre fue eliminado. Como resultado, la economía se detuvo.

En marzo de 1921, el gobierno corta las raciones de alimento a las ciudades importantes en un 30 por ciento. Se rebela entonces un grupo de marineros que había sido de los soportes más leales a la revolución bolchevique, en la base naval de Kronstadt cercana a Petrograd, y es eliminado sin piedad por las tropas al mando del mariscal Mikhail Tukhachevsky, que se convertiría en líder militar de Rusia y exterminador despiadado de la mayoría opuesta a los bolcheviques (y sería el mismo víctima de las purgas de Stalin en 1937). Al mismo tiempo se rebelan los campesinos que habían sufrido bajo un sistema de requisición, porque en ausencia de un mercado les sacaban los granos que ellos mismos habían cosechado a menudo sin dejarles lo suficiente como para comer, poniendo así en marcha un levantamiento masivo de los campesinos con centro en Tambov.

Lenin, preocupado seriamente, exige los métodos más brutales para suprimir la rebelión. Esos métodos incluían matar al hijo mayor en cualquier familia que se conociera haber tenido contacto con los insurrectos, y atacar a los mismos en sus reductos del bosque con gas venenoso. Éste fue el primer uso de gas venenoso contra una población civil, y fue exitoso. La rebelión de los paisanos fue eliminada. Pero las condiciones que la habían provocado causaron un colapso masivo en la actividad agrícola, y la subsiguiente hambruna en grandes partes de Rusia y de Ucrania. Fue solamente la oportuna ayuda americana que previno una catástrofe que podría haber sido incluso mayor. No obstante, se estima que murieron del hambre 5 millones de personas.

En los años que siguieron, los líderes comunistas llegaron a entender que si continuaban con sus políticas insanas, iban a convertir al país en incapaz de hacer cualquier cosa. Instituyeron entonces lo que se conoció como la Nueva Política Económica (NEP), que permitió a la población masivamente campesina de Rusia existir en condiciones más o menos de mercado libre. Hubo requisiciones por parte del gobierno, pero se permitió a los campesinos levantar su propio alimento, a comerciar entre ellos mismos y a vender al gobierno o a las ciudades; y el país comenzó a recuperarse. Pero esto fue tan solo una breve tregua mientras el régimen se preparaba para el "round" siguiente en la guerra contra su propia población.

En los últimos años de la década de 1920, la dirección estalinista decidió que había llegado el tiempo de colectivizar la agricultura en Rusia. Después de todo, si la gente es libre de disponer de sus productos y decidir cuánto se va a vender, ella puede también rechazar la venta de sus propios productos. Al mismo tiempo, Stalin estaba convencido de que la guerra estaba por llegar y al mismo tiempo impaciente para construir la base industrial de la Unión Soviética. Y no había recursos para hacerlo. La única manera era tomar el grano del campo, exportarlo para obtener moneda fuerte, y utilizar esa moneda fuerte para comprar las maquinarias.

El primer paso en el sometimiento del campesinado se llamó "deskulakización". Identificaron a millones de personas como "kulaks" (en ruso kulak significa puño). La propaganda soviética los acusó de ser los explotadores del campo. De hecho, eran simplemente los campesinos más progresistas y más industriosos. Un kulak era alguien que quizás tenía dos vacas en lugar de una. Durante esos años, el NKVD fue inundado con cartas de los funcionarios del partido que preguntaban cómo hacer para identificar a un kulak. Y nunca había una definición exacta. Redondearon para arriba y deportaron a cualquier persona que se oponía a la colectivización, que vivía un poco mejor, o que tenía un poco más de conciencia política, enviándolas a menudo a las áreas deshabitadas de Siberia y de Asia central, donde la tasa de mortalidad fue horrible. Al mismo tiempo, la "deskulakización" aterrorizó al resto de los campesinos, los que acordaron entonces incorporarse a las granjas colectivas.

Pero este no fue el final del horror. El gobierno aumentó sus demandas a las granjas colectivas nuevamente formadas para poder vender el grano al exterior para apoyar al financiamiento de la industrialización. Si el gobierno tomaba el 15 por ciento de la cosecha bajo la NEP, en los primeros años de "deskulakización" esta cifra se elevó al 30–35 por ciento. Para 1932 llegaron hasta el 40 por ciento, lo que no dejaba virtualmente nada para la población rural. Los campesinos se defendieron robando y saboteando el proceso de secuestro de los granos, y el Politburó decidió forzarlos a la hambruna para someterlos.

El campo llegó a ser un inmenso campo de exterminio. No se permitió a los campesinos salir de sus aldeas. Las ciudades se convirtieron en zona prohibida, las estaciones ferroviarias fueron protegidas, y los campesinos fueron dejados sin alimento. En 1932-33, Ucrania pero también parte de Rusia, del valle de Volga, y Kazakstan, las áreas donde había sido más grande la resistencia a las requisiciones del grano bolchevique en los años 20, fueron la escena de una hambruna provocada artificialmente. La Unión Soviética y Ucrania levantaron suficiente grano que exportar y alimentar a la población, pero no en la escala que el gobierno demandaba.

Fue uno de los grandes crímenes menos difundidos del siglo XX, y todavía sigue siendo el singular crimen más grande del régimen soviético, que trágicamente logró su propósito. Probablemente 6 a 7 millones de personas murieron de hambre en condiciones que desafían toda descripción. La gente recurrió al canibalismo. Toda resistencia fue rota. De allí en adelante, el gobierno soviético no tuvo que preocuparse por negociar con campesinos o satisfacer sus necesidades. Y aunque las provisiones y la producción se desplomaron, el régimen controló la producción existente. Sólo unos pocos libros describen esto, notablemente Ejecución por el Hambre: El Holocausto escondido (1987), de Miron Dolot, sobreviviente ucraniano al hambre, y Cosecha de Penas de Robert Conquest (1986).

El régimen entonces comenzó a girar sobre sí mismo. El proceso de destruir la última base de la resistencia social potencial, el campesinado, había hecho probar a los líderes el sabor de la sangre y Stalin se convenció que podría cometer las atrocidades a una escala masiva. Al mismo tiempo, esto hizo a Stalin y a las personas de su entorno todavía menos dispuestas a tolerar el desacuerdo dentro del partido. Hasta este momento, había cierta capacidad limitada de discrepar dentro del partido. Hasta este momento, había alguna posibilidad limitada para no estar de acuerdo dentro del partido. Esa área de "discurso tolerado" llegó a ser más y más estrecha.

El descontento con Stalin comenzó a subir en los círculos del partido, sin embargo, en parte a causa del hambre. En 1934 el congreso del partido, congreso "de los vencedores" había signos de que el líder de partido en Leningrado ganaba apoyo. Esto preocupó mucho a Stalin, que llegó a convencerse de la necesidad de eliminar a esas personas que habían hecho la revolución, pero que tenían alguna tradición en pensar por sí mismos y que potencialmente podrían oponerse a sus reglas.

El resultado fue lo que llegó a ser conocido como el Gran Terror. Stalin estableció un control total sobre la policía secreta, que mandó cuotas para cada región con el número de personas a ser matadas como contrarrevolucionarios o detenidos y mandados a campos de trabajos forzados. Ahora se expuso a la población general a la parte del horror que se había desatado en el campo. Las camionetas negras viajaban por las calles de noche, descargando oficiales del NKVD que llevaban botas especiales con clavos. El sonido de pasos con esos clavos significaba que alguien iba a ser detenido. Las personas permanecían levantadas esperando escuchar toda la noche los clavos y el sonido del ascensor para ver en que piso paraba. Ellos oirían los golpes en las puertas seguidos por la búsqueda de un apartamento. La víctima sería detenida delante de su esposa e hijos. Los niños deberían despedirse, para nunca más ver a esa persona.

Por supuesto, la idea del régimen era erradicar toda oposición. La manera de hacerlo fue generar denuncias, como durante la inquisición española. ¿Alguien decía una palabra desleal, contaba un chiste, tenía un pariente extranjero, había viajado al exterior, estaba asociada con alguien que había sido arrestado? ¿Alguien había omitido denunciar a alguien que había sido arrestado?. Una mujer que estaba en Moscú durante esos años me dijo que si un extranjero se acercaba en la calle, la gente se dispersaba como ratones, asustados incluso de ser vistos hablando con un extranjero. En sus memorias, un ruso relataba cómo un día su profesor de las matemáticas, que tenía un nombre lituano, no asistió a dar la clase. Otro profesor tomó el control de la clase, que nunca supo lo qué le había sucedido al profesor anterior. Cincuenta años más tarde, cuando las listas de los nombres de los que habían sido abatidos comenzaron a ser publicadas en San Petersburgo, encontró el nombre del profesor. Finalmente entendió lo qué le había sucedido.

Las personas desaparecían y nadie osaba decir una palabra, o preguntar, o aún mostrar la menor simpatía. Los cargos usuales eran ser contrarrevolucionario o realizar actividades de terrorista, y los periódicos estaban repletos de pretendidas "confesiones". El efecto contagioso del terror era tal que cuando un individuo era detenido, toda su propia fábrica u oficina demandaría unánimemente que fuese ejecutado despiadadamente. Los que asistieron las reuniones donde se hicieron tales demandas a menudo tenían temor de ser los próximos, en caso de no sostener las demandas de viva voz. En esos años, era un acto de valor supremo ayudar a un miembro de la familia de una persona que había sido detenida.

En tiempos en que el gran terror culminó, 800.000 personas habían sido fusiladas. Otras 800.000 fueron detenidas y fueron mandadas a campos de trabajos forzados donde casi ninguno de ellos sobrevivió. Con toda la oposición potencial, intelectual o política aplastada, el terror finalmente disminuyó, en parte porque aún incluso con la imaginación fértil del NKVD, no había casi nadie a detener por motivos políticos. Pero los arrestos continuaron con otros argumentos. El régimen estaba basado en el trabajo de esclavos. El sistema soviético era todavía ineficaz, y necesitaba esclavos todavía.

Durante la Segunda Guerra Mundial varias nacionalidades fueron acusadas de deslealtad y deportadas a campos de trabajo forzado. Los chechenios, los Ingushy, los Kalmyks, los alemanes del Volga. Cuando prisioneros de guerra y civiles soviéticos que habían sido deportados a Alemania y utilizados como trabajo de esclavos volvían a casa, muchos de ellos eran detenidos y mandados a los campos. Así, después de la Segunda Guerra Mundial, aunque el número de las muertes había disminuido, todavía había 5 millones de personas en varias formas de confinamiento: campos de trabajos forzados, las prisiones, y el exilio. Este sólo comenzó a cambiar con la muerte de Stalin en 1953.

Y aunque Khrushchev había sido un participante activo en las purgas mientras estas ocurrían, a tal punto de seleccionar personalmente a sus subordinados leales para la muerte, tomó la iniciativa de liberar a los presos. Millones de personas fueron liberadas de los campos y vueltas a sus casas. En 1956, después de destruir los archivos que mostraban su propia participación, Khrushchev denunció los crímenes de Stalin.

Bajo Khrushchev, una nueva situación se produjo. La gente comenzó a perder algo de su miedo y a ganar confianza en que si no estaban vinculados a la actividad política, estaban seguros de la policía secreta. Pero al mismo tiempo su mentalidad había sido cambiada. Un amigo en Rusia me la describía así: "Si usted toma una manada de animales y mata a uno de cada diez delante de todos los demás, usted no tiene que continuar con la matanza para conseguirlos ir en la dirección deseada. Todo lo que usted tiene que hacer es restallar el látigo".

El moderno sistema soviético del post estalinismo había sido formado. De este punto en adelante, lo que engendró la obediencia fue la memoria del terror transmitida de padre a hijo. El régimen también, sin embargo, dependía de un sistema de represión que se podría aplicar a los que no se sometieran pasivamente. Este sistema consistió en tres partes: la represión en el lugar de trabajo, el encarcelamiento en campos de trabajo forzado políticos, y el confinamiento en los hospitales psiquiátricos.

La parte más importante fue aparentemente la más inocua: la represión de los "colectivos." En la Unión Soviética, no había empresa privada. Todos medios de la producción eran controlados por el estado. Cualquiera fuese su trabajo, usted trabajaba para el gobierno. En cada "colectivo" había una organización del partido. Por ejemplo, usted no podía formar una asociación de pescadores, o de coleccionistas de sellos, sin ser controlado por el gobierno y tener su propia organización del partido.

El partido fue centralizado y fue dominado en cada nivel por personas comprometidas exclusivamente en llevar a cabo los dictados del Comité Central, que era dominado por el Politburó. Existía una oportunidad pequeña para las actividades y el pensamiento de la oposición. El sistema comenzó a trabajar sobre los instintos humanos básicos: el deseo de no pensar, de hacer lo que se le dice a uno, de a volver a la dependencia de la niñez, de identificarse con el poder, de canalizarse agresivamente hacia un mundo exterior que cabe suponerse hostil, para sentirse que uno mismo es parte de un movimiento, de la vanguardia de la parte culta de la humanidad contra el que la parte ignorante y retrógrada de la humanidad complotaba constantemente.

Con este trasfondo, si alguien mostraba el signo más leve de resistencia, era relativamente fácil que esa persona fuera neutralizada. La KGB sería informada por la organización del partido, y ellos determinarían qué pasos tomar. El pensador libre podría ser degradado o podría ser despedido y dejado sin ninguna otra elección que no fuera sobrevivir mediante trabajos manuales. Si este tipo de represión no funcionaba, el próximo paso era sentenciar al disidente a un tiempo en un campo de trabajos forzados o ponerlo en un hospital psiquiátrico.

En 1965, Yuli Daniel y Andrei Sinyavsky, que habían publicado libros en el exterior, fueron puestos en prisión por agitación anti-soviética. El espectáculo medieval de encarcelar a personas por lo que ellos habían escrito, llamaron sin embargo, la atención mundial. Los primeros intelectuales rusos encontraron el valor para protestar. Muchos de ellos fueron detenidos, y otros intelectuales firmaron peticiones en su defensa. Éste fue el primer movimiento de protesta en décadas del libremente, y fue seguido por protestas sobre la invasión de Checoslovaquia y luego por las actividades conectadas con la firma de los acuerdos de Helsinki en 1975, por los que la Unión Soviética prometió respetar los derechos humanos a cambio de la aprobación occidental al statu-quo territorial en Europa. Por supuesto que el régimen no tenía la más leve intención de honrar este compromiso, pero el mismo hecho les brindó a los disidentes una manera de desafiar el régimen. Formaron grupos independientes para controlar el cumplimiento, lo que puso al gobierno en una posición embarazosa. No se podía detener a estas personas por controlar su conformidad, así que por un par de años acosaron a los disidentes o les permitieron emigrar, antes de empezar los arrestos de masa en 1980.

Los disidentes eran internados en campos de trabajos forzados especiales. Comparando con la era de Stalin, no había muchos presos políticos, quizás un par de cientos, y en casi todos casos ellos eran encarcelados por escribir y circular información veraz. Este material de los disidentes fue publicado por ellos y así llegó a ser conocido como "samizdat", y producido con centenares de máquinas de escribir en el papel de cáscaras de cebolla con numerosas copias con papel carbónico. El contenido era a menudo información sobre presos políticos, peticiones, protestas, literatura prohibida, todo lo que era censurado. La máquina de samizdat era ineficaz para los estándares de hoy. Pero una vez que empezó a funcionar, produjo una cantidad asombrosa de material.

El régimen combatió a los disidentes, buscando conseguir hacerlos admitir el error en sus medios empleados en los campos de trabajos forzados, donde las personas eran torturadas psicológicamente y físicamente, y también llevarlos a la confesión pública, sobre todo en la televisión, que ellos eran leales ciudadanos soviéticos que habían sido engañados. Muy pocos sucumbieron a la presión, pero sucedió.

Otra categoría de los disidentes decidió no desafiar al régimen, como lo hacían los disidentes democráticos, pero demostrar implícitamente con sus acciones que el régimen era un ejemplo de dictadura totalitaria, intentando cruzar la frontera de Finlandia o alternativamente tomando las promesas del régimen seriamente y exigiéndole sus derechos. Para tales personas, primero había evaluaciones psiquiátricas, después hospitales psiquiátricos y luego drogas para la modificación del comportamiento, el equivalente del sitio 101 del 1984 de George Orwell's, el lugar donde lo sujetaban a lo que uno más temía.

De esta manera, el sistema de la represión funcionó hasta el acceso al poder de Gorbachev y el principio de la perestroika. El control total sobre la información y la tentativa de imponer la ideología fueron abandonados. Los presos fueron liberados. Éstos fueron cambios revolucionarios, y, como resultado de ellos, la Unión Soviética se derrumbó. Pero los hábitos formados en la mente por la represión continúan existiendo y amenazan las perspectivas de la libertad en la Rusia post soviética.

Rusia está plagada hoy de una carencia de respecto por la ley y la vida humana y una falta de comprensión de la democracia. Éste es el obstáculo principal para crear un futuro mejor. Donde un individuo no siente ninguna protección y donde puede en todo momento convertirse en una víctima, busca inevitable la protección en un sistema autoritario.


(*)Traducido al español por Pablo López Herrera del boletín de noticias del fondo de FPRI de Marvin Wachman para la educación internacional - Junio de 2007 - Vol. 12. No. 17 - www.fpri.org .

David Satter es Senior Fellow del Hudson Institute, Investigador de la Hoover Institution y autor de "La Edad del Delirio: El Descenso y la Caída de la Unión Soviética" ( Yale 2001) y "La Oscuridad al amanecer: La Subida del Estado Criminal ruso" (Yale, 2004). Este ensayo está basado en su presentación: "Vivir sin libertad: una historia para maestros" patrocinada por el fondo del FPRI y Marvin Wachman para la Educación Internacional, 5 y 6 de mayo de 2007

"Estamos narcotizados con el crecimiento"

"Estamos narcotizados con el crecimiento"

Para el rector del IAE, la Escuela de Negocios de la Universidad Austral, los argentinos somos rehenes del corto plazo, lo que implica que no se puedan ver "los problemas de fondo"

"Estamos narcotizados con el crecimiento económico de los últimos años. Me parece que eso no nos deja ver los problemas de fondo, y por eso no creo que seamos inmunes a una próxima crisis", dice Fernando Fragueiro, director del IAE, la Escuela de Negocios de la Universidad Austral. La institución figura en el puesto 24 entre las mejores cien escuelas de negocios del mundo, según el ranking que elabora anualmente The Financial Times .

Fragueiro es también vicerrector de la Universidad Austral, desde 1998, y profesor titular de Comportamiento Humano en la Organización. Cuenta con un sólido currículum, que incluye una licenciatura en Administración de Empresas en la UCA, un máster en Dirección de Empresas en el IAE y un PhD en Management en Inglaterra, de reciente finalización.

"Tenemos distintos programas enfocados al público local, e incluso llevamos programas a medida a las provincias, pero el 55 por ciento de nuestros alumnos son extranjeros", dice Fragueiro, quien creó y dirige el Consejo Empresario para el Desarrollo y la Integración (CEDI), grupo formado por empresarios y directivos responsables de las operaciones de sus empresas en América latina.

-¿Cuáles son las cualidades que hacen la diferencia a la hora de dirigir una empresa?

-Creatividad, flexibilidad, innovación, tolerancia al riesgo y a la incertidumbre, capacidad de descubrir oportunidades y articularlas en el contexto. Pero también es fundamental tener muy clara la escala de valores personales. Es muy fácil en un entorno de tanta presión por el éxito perder el rumbo o entregar parte de esos valores por algo que reditúe resultados de corto plazo. Ese es el comienzo del camino de la corrupción y es un tema central en toda nuestra actividad educativa. Porque aquí viene gente que está inmersa en escenarios de posible corrupción muy extendidos. Nosotros planteamos que la capacidad profesional pasa también por saber anteponer la propia escala de valores y no hacer en los negocios aquello que luego no se podrá explicar a los hijos mirándolos a los ojos.

-¿Qué pasa cuando la continuidad de las empresas y de los negocios depende, o así se cree, de aceptar prácticas reñidas con la ley?

-La formación en valores no se circunscribe a los casos límite. Una práctica profesional y honesta de los negocios pasa más por el día a día que por situaciones extremas. A veces hay que saber diversificar el riesgo y no entrar en determinados negocios. Hoy, al empresario que dice: "No tengo otra alternativa que poner en marcha prácticas corruptas", yo le contestaría: "Póngase a pensar en otra actividad, porque a lo mejor lo suyo no es ser empresario". Hay que salir de esa trampa, que es pensar que estamos inmersos en un círculo vicioso del que no podemos escapar. Sí podemos, y la solución viene por las personas, por tomar conciencia de que la prosperidad de una empresa, en el 99 por ciento de los casos, no se juega en el corto plazo. Pero, además, necesitamos que la justicia argentina sea cada vez más independiente y tener la certeza de que quienes estén tentados de prácticas corruptas recibirán todo el peso de la ley.

-¿Cuál es la actitud de los ejecutivos más jóvenes ante este tema?

-Los muy jóvenes, de 28 a 38, vienen con una dosis de idealismo mucho mayor. Son muchos los que no quieren incorporarse a la práctica habitual de las empresas, no sólo por temas de corrupción, sino porque encuentran que la vida corporativa no les ofrece un futuro que valga la pena. Han comprendido que el contrato laboral es temporario y que el verdadero protagonista del desarrollo es uno mismo, y no la empresa. Eso refleja un cambio de mentalidad muy importante. Además, la gente hoy no tolera que la engañen, que la utilicen, y nosotros la alentamos a que actúe así.

-¿Cuál es el germen de esta nueva percepción de lo laboral?

-Creo que el germen se dio en los Estados Unidos en la década del 80 y en la Argentina en la del 90, con las transformaciones de las empresas que tuvieron que despedir mucha gente. Allí se aprendió que ningún trabajo es para toda la vida. En los últimos años, muchas empresas dejaron de estar en manos de capitales argentinos. Me parece que es la consecuencia natural de un país con abruptos cambios en las reglas de juego. Pero digamos también que la Argentina es uno de los países del mundo con mayor tasa de nacimiento de empresas y mayor tasa de emprendedores. Tenemos que plantearnos nuestro sistema de incentivos como sociedad, premiar al que se esfuerza y cumple, y responder con responsabilidad los compromisos asumidos. De lo contrario, entraremos en entornos de alta volatilidad y alto riesgo cíclicamente, como ha venido ocurriendo hasta el presente.

-¿Estamos haciendo lo necesario para evitar esos ciclos?

-Creo que no, porque no estamos poniendo soluciones de fondo, no estamos enfocados a crear institucionalidad. Diría que estamos narcotizados con el crecimiento económico de los últimos años, y me parece que eso no nos deja ver los problemas de fondo.

-¿Cuánto de inteligencia y cuánto de buena suerte hubo en el actual crecimiento argentino?

-Me parece que más de la mitad del éxito se la debemos a las locomotoras de China e India y al ciclo mundial de prosperidad y aumento del consumo. La entrada en el escenario mundial de estas dos grandes economías con millones de consumidores nos está traccionando. Reconozco la habilidad de haber armado una política económica que favorece el perfil exportador. Otro mérito es que se ha comprendido y se respeta la disciplina fiscal.

-Se afirma que parte de nuestros pesares devienen de una pobre clase dirigente política, pero también empresarial. ¿Coincide?

-Una empresa es el reflejo de sus dirigentes, y nos enfrentamos con el problema de la calidad humana de las personas. Nuestra misión es ayudarlas a mejorar su comprensión de una cantidad de fenómenos a los que antes no se les prestaba atención. Países como Chile, al contrario que el nuestro, en los últimos 30 años han desarrollado una interesante cantidad de buenos empresarios.

-¿A qué se debe?

-Los chilenos comprendieron que la solución está en salir a conquistar el mundo. Eso les dio un proyecto común: el del mundo entero como un gran mercado. Eso se logró con un alto nivel de educación, con gente que fue a educarse al exterior y regresó con una perspectiva más amplia de cómo funciona el mundo. En ese sentido, Chile ha sido un ejemplo. De Brasil también tenemos cosas para aprender. Por ejemplo, tienen una política exterior, coherente y sensata, menos oscilante que la nuestra. También tienen claro que su perfil económico debe ser industrial, tecnológico, muy enfocado a los temas de punta, como la industria aeronáutica, por ejemplo.

-¿Cree que en el caso argentino la rápida recuperación de la crisis de 2001 conspira contra esa idea de trabajo multidisciplinario, paciente y perseverante?

-Yo creo que es un arma de doble filo, porque nos narcotiza, nos confunde y nos hace creer que el país se ha encaminado, cuando lo que tenemos es una buena cuenta de resultados y de ingreso de divisas.

Por Carmen María Ramos
Para LA NACION

Garibaldi, ícono liberal

Garibaldi, ícono liberal

Por Julio María Sanguinetti
Para LA NACION

Jueves 12 de julio de 2007

En la rica historia rioplatense, pocos episodios se revisten de la grandeza épica y el heroísmo principista de la Defensa con que Montevideo resiste el cerco de la tiranía rosista, entre febrero de 1843 y octubre de 1851.

Montado sobre el enfrentamiento entre los dos primeros presidentes de Uruguay, los generales Fructuoso Rivera y Manuel Oribe, Juan Manuel de Rosas intenta subordinar al país del mismo modo que había sometido antes a las provincias argentinas. Al mismo tiempo, procura cortar de cuajo el desarrollo cívico que alienta una agitación liberal arribada en libros y proclamas europeas.

En esa comprometida situación, el gobierno uruguayo se constituye, bajo la austera conducción de don Joaquín Suárez, amalgamando, en inestable equilibrio, a ilustrados personajes doctorales, como Manuel Herrera y Obes y Andrés Lamas, con indómitos caudillos, como Fructuoso Rivera o Venancio Flores. A su lado, alterna la emigración argentina, flor y nata de su intelectualidad, que ya en 1838 fundaba El Iniciador , con la dirección de Miguel Cané y Andrés Lamas.

Allí escribirían Juan María Gutiérrez, Bartolomé Mitre, Juan Cruz Varela y Esteban Echeverría, el inquieto fundador de El Salón Literario, que en la casa del librero Marcos Sastre estrenó las ideas del romanticismo.

Como parte de esa prensa de combate literario y político, adquirió brillo propio El Comercio del Plata , desde cuyas páginas Florencio Varela marcó a fuego a una dictadura que sólo pudo detenerlo mediante el asesinato.

Esa época de formidable conflicto aparece a la distancia como una especie de Vietnam criollo, con pasiones vernáculas mezcladas con los intereses de las grandes potencias, en un juego cruzado de fronteras muchas veces difusas.

En ese efervescente caldero, se destacaron con singular relieve las "legiones extranjeras", formadas por inmigrantes que se volcaron al esfuerzo militar de la ciudad sitiada. Entre ellas, la "legión española" del coronel Neyra, la francesa de Thiebaut y la italiana de Garibaldi escribieron páginas novelescas de nuestra historia militar y política.

"El sitio de la Nueva Troya del Plata duró diez años, como el de Ilión -dice Bartolomé Mitre-, pero, más feliz que ella, en vez de caer, triunfó. Dentro de sus débiles murallas, artilladas con los viejos cañones de hierro que servían de postes en sus calles, se salvó la causa de la civilización y de la libertad del Río de la Plata."

Todo esto viene a cuento de que el 4 de este mes se celebraron los doscientos años del nacimiento de la más legendaria figura del siglo XIX, la que despertó en el mundo una admiración sin tasa ni medida, saltando todas las fronteras, hasta encender los ensueños sentimentales de las ladies británicas, rendidas ante la fama de aquel guerrero de melena rojiza que combatía por la libertad allí donde estuviera en juego.

Giuseppe Garibaldi, hoy algo desvanecido en el recuerdo de las nuevas generaciones, luchó en esa Defensa bajo el mando del general José María Paz y del coronel Melchor Pacheco y Obes, añadiendo historias heroicas a la fama que ya lo precedía.

Llegó a Montevideo llamado por Giambattista Cuneo, un ideólogo mazziniano que predicaba el credo republicano y liberal, al frente de una colonia italiana bullente y vigorosa.

Viene Giuseppe de Río Grande del Sur, de combatir junto a Bentos Gonçalvez en la Revolución de los Farrapos, un temerario intento emancipador de la tierra gaúcha , rebelada contra el Imperio en Brasil. Allí el marino italiano había construido de la nada un ejército y había devenido guerrero astuto y audaz, capaz tanto de sorprendentes abordajes como de alzarse con Anita Ribeiro en romántica fuga.

Ella, Anita, sería el gran amor de un gran enamorado, madre de cuatro de sus hijos y capítulo central de su leyenda de abnegación y de coraje.

Paladín de un ideal de libertad, no fue Garibaldi un teórico, pero encarnó un singularísimo fenómeno de liderazgo, capaz de magnetizar a las masas de todos los horizontes y llevarlas al combate, aun enfrentando insuperables desventajas. Se erigió, así, en el arquetipo del héroe, el "iluminado de la acción", como dice José Enrique Rodó, en el conductor dotado del misterioso don de aparecer como un relámpago y de transformar en victorias hasta sus derrotas. Su trashumante andar por el mundo dio pie para que sus enemigos pretendieran, hasta hoy, envolverlo en las sombras del mercenario. Su espada los desmiente siempre, sirviendo invariable las mismas causas.

Su gloria se construye luchando contra todos los absolutismos, políticos o religiosos, y no es casual que ellos vean en él a su mayor enemigo. Allí donde aparece un pueblo por liberar, una causa de independencia, una república por construir, una tiranía por enfrentar, irrumpe una presencia que se va agigantando con el tiempo y con las narraciones repetidas de sus hazañas.

En un bello texto en el que narra la heroica defensa que la Legión Italiana hizo del cadáver del coronel Neyra, caído delante de los muros montevideanos, Bartolomé Mitre documenta la sensación que generaba Garibaldi.

"Tenía yo entonces veinte y dos años -dice el joven Bartolo- y la personalidad de Garibaldi ejercía sobre mi imaginación una especie de fascinación, que me atraía irresistiblemente por las hazañas que de él había oído relatar, y por una especie de misterio moral que lo envolvía."

Si esa fascinación ejerce la figura de Garibaldi en Montevideo, imaginemos hasta dónde llega su aureola, cuando -triunfante la Defensa- parte de nuevo a su patria y lucha contra la ocupación austríaca, combate por una fracasada república romana que reivindica la soberanía italiana frente al Papado, enfrenta y derrota a los ejércitos borbónicos en el sur de Italia y, con sus legiones, consolida la unidad italiana.

Se bate contra todos los grandes ejércitos europeos y bajo la bandera de la Francia republicana invadida por Prusia, es el único general invicto.

En medio de esas tormentas de sangre y de arrojo, dos constantes asoman en Garibaldi: la causa liberal y el desprendimiento personal, que supera miserias, heridas y privaciones.

Sólo asume la política en la clave heroica de la lucha liberadora. Sufre, por lo tanto, profundos desencantos. Se distancia de Mazzini cuando siente que la unidad de Italia sólo es posible en torno de la monarquía piamontesa, y debe posponerse el ideal republicano; se indigna con Cavour, cuando, pactando para salvar Milán, entrega su Niza natal; se amarga con Victor Manuel, quien le debe su monarquía italiana, por sus debilidades ante un Papado intransigente.

Pese a todo, sigue adelante, con un sentido de responsabilidad que supera sus propias pasiones y entusiasmo.

Su combate llega a erigirse en un emblema universal consagrado por la única voz capaz de hacerlo, la de Victor Hugo, el poeta de las multitudes.

Mito viviente de la pugna liberal, el frenético antidogmatismo de Garibaldi, a veces malinterpretado, no excluye, sin embargo, un sentimiento religioso. Así quedó definido en sus Memorias : "Mi cuerpo está animado, como los millones de seres que viven sobre la Tierra, en el agua y en el espacio infinito, sin exceptuar a las estrellas, que también pudiera ser que tuvieran vida. Como todos estos seres soy yo, provisto de una cierta cantidad y calidad de inteligencia, y si la inteligencia cósmica que todo lo anima es Dios, yo sería una chispa desprendida de la divinidad Esa idea me ennoblece, me eleva por encima del pobre materialista, me invade de temor y respeto por los demás átomos, que también son emanaciones de la divinidad, y me estimula a buscar la aprobación de los otros que me rodean y que, más a través del ejemplo que de la teoría, pueden mantenerse en el bien, porque también ellos, según su propia esencia, pertenecen al eterno benefactor".

En estos tiempos de consumismo y egoísta posmodernidad, esta evocación garibaldina parece brillar con las luces de un siglo XIX operístico, grandilocuente y distante.

Sin embargo, lejos aún, como estamos, de derrotar a los fanatismos religiosos y a los autoritarismos de la política, la eterna causa liberal necesita mantener vivo el soplo espiritual que emana de este combatiente.

El autor es abogado. Fue presidente de la República Oriental del Uruguay en dos oportunidades: de 1985 a 1990 y de 1995 al año 2000

Simbolismo y liderazgo

Simbolismo y liderazgo
En el afán de aumentar la popularidad y de engañar a quien no tiene acceso a mejor información, el gobierno de Lula asume como propio lo que heredó.

Fernando Henrique Cardoso

Sociólogo y escritor. Ex presidente de Brasil

A despecho de las oscilaciones recientes del mercado financiero, que nadie sabe si serán sollozos pasajeros o señales de perturbaciones más profundas en la economía mundial, es incuestionable que la prosperidad por el fin de los ajustes financieros de los turbulentos años de 1990, y principalmente por el ingreso de China en el mercado mundial, favorece enormemente a las economías emergentes.

Los países en desarrollo que ya disponían de alguna base industrial y fueron capaces de activar mecanismos públicos y privados de decisión se están transformando, en el marco de la economía mundial, a un ritmo impresionante. En esa oleada favorable, Brasil también avanza. Nuestra economía no comenzó a mostrar antes los resultados de los esfuerzos que venía haciendo desde el Plan Real y de la transferencia cambiaria de 1999, porque la crisis energética de 2001 y los temores desencadenados por la perspectiva de un viraje brusco con la elección del gobierno del Partido de los Trabajadores comprometieron los resultados económicos de 2002 y 2003, los cuales sólo aparecieron con fuerza después de 2005.

Vivimos, no obstante, un momento en extremo favorable para consolidar las reformas modernizadoras del gobierno, de la sociedad y de los mercados iniciadas anteriormente. Un momento que requiere visión de grandeza: se abren posibilidades para que Brasil se afirme como una gran nación. Esto es, como un país democrático, con una economía tecnológicamente moderna y competitiva, respetuoso de las instituciones y de los contratos, que ofrezca condiciones universales de acceso a la educación, a la salud, a la tierra y al trabajo para que su pueblo disfrute de una vida digna. Un país que no se conforme con tener aún una parte considerable de sus habitantes sin empleo decente, necesitados del asistencialismo gubernamental.

El esfuerzo de arrancar en dirección del futuro exige objetivos claros y persistencia en el camino escogido, requiere valor en las decisiones y eficiencia para implementarlas. No deja de ser preocupante que el Partido de los Trabajadores haya llegado al poder en el momento que más exige tales cualidades. Por más que el actual gobierno haya dado continuidad a las políticas macroeconómicas que heredó, de las cuales siempre fue crítico y (¡pasmoso!) lo sigue siendo, no ha sabido hacer la revisión programática que le permita llevar adelante un proyecto verdaderamente nacional. Un proyecto que abarque a todas las corrientes de la sociedad y trascienda los intereses meramente partidarios, corporativos y personales. Un proyecto que avance en las reformas institucionales y permita una verdadera colaboración entre el Estado rector y la iniciativa privada dispuesta a invertir especialmente en el campo de la infraestructura. Un proyecto verdaderamente democrático, al abrigo de recaídas populistas.

El presidente Lula sólo hace autocrítica indirectamente, sin asumir la responsabilidad por las decisiones que toma. Sólo lamenta "la cantidad de cosas de que hablé y que hablaba, porque era moda hablar, pero que no tenía sustancia para sustentar a la hora en que damos respuestas concretas". En el ejercicio de gobierno, siempre que puede, se refugia en las frases vagas, en el cobro genérico de responsabilidades, en la atribución de toda culpa al pasado y se contenta con elogios fáciles a sí mismo, del tipo "nunca en este país...". En parte, la retórica presidencial es cierta: nunca hubo tantos escándalos y, lo que es peor, nunca, ningún otro presidente pasó tanto la mano por la cabeza de los implicados ("no se comprobó nada, son chiflados y no criminales, errar es humano").

Falta de comprensión histórica. De consecuencias aún más funestas que la actitud permisiva quizá sea la falta de comprensión histórica del gobierno y de su líder. En el afán de aumentar la popularidad y de engañar a quien no tiene acceso a mejor información, gobierno y presidente asumen como propio lo que heredaron. Poco importaría, si Brasil continuara avanzando. Pero sí importa, y mucho, que estén desperdiciando una oportunidad histórica excepcional para que Brasil dé un salto cualitativo, en beneficio de ésta y de las generaciones futuras. Aquí sí cabe la frase: "Nunca en este país hubo mayor apagón ideológico y mayor desidia ante el interés público". Lo que vemos es un cuadro de parálisis gubernamental, de desconexión, de imprevisión e incompetencia, relleno con una retórica irresponsable.

Lo digo con lástima, sinceridad y franqueza: jamás imaginé que llegaríamos a tal punto de degradación. Fui testigo de la acción de Lula, innovadora en el sindicato y valerosa en la política, cuando todavía no era el presidente Luiz Inácio "Lula" da Silva. Nunca lo consideré, en aquella época, un líder excepcional, pues le faltaba firmeza para contraponerse a la opinión de la mayoría ocasional, pero lo tenía por un símbolo: inmigrante del nordeste, valeroso y luchador que superó las barreras sociales. Lo tenía, y aún lo tengo, por un hombre de buena naturaleza, que en términos generales deseaba el bien del pueblo.

Pero me decepciona verlo desperdiciar la oportunidad que tiene en las manos. Me opuse a quienes, en 2005, pensaban en proponer su impugnación, no porque faltaran argumentos jurídicos ni porque quería verlo sangrar poco a poco, sino porque creía, como sigo creyendo, que el contenido simbólico de su liderazgo es un patrimonio del país que no debe ser destruido. Lamento verlo ahora destruir con sus propias palabras y actos el capital de credibilidad que había conquistado.

Señor presidente: en nombre de su historia y de la historia de nuestro propio país, no se rebaje a la vulgaridad a nombre de la popularidad, cuídese de decir tantos improperios que lastiman el sentido común, la solidaridad y la democracia. ¡Tenga un poco más de grandeza, que mucho la necesitamos!

© La Voz del Interior