El orden natural existe, desde el sentido común; su negación es demencial, maliciosa, responde a una ceguera ideológica y a un raquitismo intelectual difícil de adjetivar. No existen sino sólo dos sexos, y si por razones de desvarío mental se construyeran otros, estos serían siempre contranatura. Se ha dicho desde la perspectiva de género, que el sexo es una opción, no algo insito en la naturaleza de cada persona, y que el matrimonio es una construcción cultural. Esta monstruosa mistificación que intenta negar una condición ya milenaria en el hombre, es de una insensatez tal, que evidencia el abismo de una decadencia ya iniciada, y de la que se hace imposible avistar su límite
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El orden natural existe, desde el sentido común; su negación es demencial, maliciosa, responde a una ceguera ideológica y a un raquitismo intelectual difícil de adjetivar.
No existen sino sólo dos sexos, y si por razones de desvarío mental se construyeran otros, estos serían siempre contranatura. Se ha dicho desde la perspectiva de género, que el sexo es una opción, no algo insito en la naturaleza de cada persona, y que el matrimonio es una construcción cultural. Esta monstruosa mistificación que intenta negar una condición ya milenaria en el hombre, es de una insensatez tal, que evidencia el abismo de una decadencia ya iniciada, y de la que se hace imposible avistar su límite
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