Hombres de fe, creyentes, nostálgicos del Edén, los kirchneristas se cuentan una historia y recurren a la liturgia, al culto y a la iconografía para volver el mundo legible y seguro. Para que la necesidad de creer se convierta en creencia e
s necesario construir un relato, que es antes teológico que político: la unidad religiosa entre Dios, el hombre y el mundo se metamorfosea en la unidad entre el Estado, el gobierno y el pueblo, que forman así un nexo indisoluble. Un nexo que se funda, como observa Mark Lilla, en la renacida idolatría de la tierra y la sangre, en la histérica obsesión por el pueblo, en la glorificación de la violencia revolucionaria, en el culto de la personalidad. Un nexo que explica el
radicalismo ferozmente antipolítico de un movimiento mesiánico que carece de programa, puesto que el objeto de su gesta no consiste en ocuparse de las condiciones de vida material de la sociedad sino del Destino del Pueblo, y que hace del kirchnerismo un fenómeno reaccionario para el cual el futuro se piensa con las categorías del pasado: como un tiempo de redención que marcará el fin de la época oscura nacida con el surgimiento de la democracia liberal, y, peor aún, de las ideas republicanas. De allí la aspiración a una nueva Edad Dorada en la cual el individuo será por fin sustituido por el grupo y la sociedad por el Estado, en el marco de un excepcionalismo argentino que debe ser protegido de la historia por medio del aislamiento y la autopurificación.>>
radicalismo ferozmente antipolítico de un movimiento mesiánico que carece de programa, puesto que el objeto de su gesta no consiste en ocuparse de las condiciones de vida material de la sociedad sino del Destino del Pueblo, y que hace del kirchnerismo un fenómeno reaccionario para el cual el futuro se piensa con las categorías del pasado: como un tiempo de redención que marcará el fin de la época oscura nacida con el surgimiento de la democracia liberal, y, peor aún, de las ideas republicanas. De allí la aspiración a una nueva Edad Dorada en la cual el individuo será por fin sustituido por el grupo y la sociedad por el Estado, en el marco de un excepcionalismo argentino que debe ser protegido de la historia por medio del aislamiento y la autopurificación.>>
El kirchnerismo como dogma de fe
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