El presidente de la Sociedad Rural, ha descripto en su mensaje la Argentina residual y consecuentemente nuestra economía chatarra. La Argentina residual Solamente la acumulación perversa, (imposible de entender por el resto del mundo) de una ingente cantidad de errores, cometidos por el pueblo y su dirigencia, a lo largo de más de siete décadas, pueden explicar el actual estado terminal de decadencia y fracaso. Los aparatos, el político y sus herramientas, las organizaciones partidarias, no están en condiciones de aportar las soluciones de fondo que se necesitan. Desde su total obsolescencia de discurso y praxis, con una mediocridad de integrantes como no se ha visto en otras épocas, nuestros dirigentes no pueden hacer más de lo que hacen, es decir, seguir errando en el accionar público y seguir desprestigiándose ante la sociedad.
La economía chatarra Ni adrede se podrían conseguir efectos tan opuestos a los deseables. Se han invertido años, y decenas de ministros de economía, en discutir desde lo ideológico, y por supuesto fuera del campo real, modelos de economía ideal versus economía “maligna”; el resultado, no hay creación de riqueza. En algo que se parece más a una verdadera confabulación, entre, políticos, medios de comunicación, y algunos sectores aislados, se le presenta a la sociedad una oferta de desinformación, de errores y aviesas mentiras, sobre las causas de los problemas y sus posibles soluciones. En el límite de la estupidez, seguimos discutiendo cómo distribuir lo que no producimos.
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El presidente de la Sociedad Rural, ha descripto en su mensaje la Argentina residual y consecuentemente nuestra economía chatarra.
La Argentina residual
Solamente la acumulación perversa, (imposible de entender por el resto del mundo) de una ingente cantidad de errores, cometidos por el pueblo y su dirigencia, a lo largo de más de siete décadas, pueden explicar el actual estado terminal de decadencia y fracaso.
Los aparatos, el político y sus herramientas, las organizaciones partidarias, no están en condiciones de aportar las soluciones de fondo que se necesitan. Desde su total obsolescencia de discurso y praxis, con una mediocridad de integrantes como no se ha visto en otras épocas, nuestros dirigentes no pueden hacer más de lo que hacen, es decir, seguir errando en el accionar público y seguir desprestigiándose ante la sociedad.
La economía chatarra
Ni adrede se podrían conseguir efectos tan opuestos a los deseables. Se han invertido años, y decenas de ministros de economía, en discutir desde lo ideológico, y por supuesto fuera del campo real, modelos de economía ideal versus economía “maligna”; el resultado, no hay creación de riqueza. En algo que se parece más a una verdadera confabulación, entre, políticos, medios de comunicación, y algunos sectores aislados, se le presenta a la sociedad una oferta de desinformación, de errores y aviesas mentiras, sobre las causas de los problemas y sus posibles soluciones. En el límite de la estupidez, seguimos discutiendo cómo distribuir lo que no producimos.
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